Pintado de amarillo

Diego Izco (SPC)
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Vinícius, sancionado ayer por acumulación de tarjetas (10), sigue en el centro de la polémica

Pintado de amarillo - Foto: David Borrat

«En el minuto 37 el jugador (20) De Oliveira Do Nascimento, Vinícius José fue amonestado por el siguiente motivo: formular observaciones de orden técnico a una de mis decisiones». Textos como este que firma Cuadra Fernández (árbitro del pasado Real Madrid-Almería) se recogen en varias actas oficiales a lo largo de la temporada 22/23. Ya son 10 cartulinas amarillas las que ha recibido el 'genio' de Sao Gonçalo.  

'Vini' se ha destapado como un deportista enorme, colosal, pero también como 'epicentro' de polémicas. Muchas son artimañas de los rivales para intentar sacarle del partido. Saben que tiene 'mecha corta' y que el goteo constante de provocaciones suele terminar en bronca. «Ni el medio más 'feo' de Primera División tiene 10 tarjetas… y Vinícius sí. Le sacan muchas tarjetas a él y pocas a quienes le dan», se quejaba Carlo Ancelotti tras ese encuentro, el de la décima cartulina. 

En varias ocasiones, no obstante, ha rozado incluso la tarjeta roja. Los contrincantes alimentan semanalmente la cantinela del «¿qué tiene que hacer para que le expulsen?»: solo en los dos últimos encuentros, en Gerona -ya con amarilla- realizó una entrada por detrás y se lió a empujones con un defensor local, y ante el Almería empezó a aplaudir irónicamente al colegiado tras la amonestación.  

El otro lado

En efecto, muchas otras situaciones son generadas por él mismo con gestos, palabras fuera de tono o actitudes que las parroquias rivales consideran provocativas: mirar al público y limpiarse el escudo de campeón del mundo, mandar callar al estadio, bailes y demás parafernalia que nada tiene que ver con su faceta de futbolista genial. Ese 'otro Vinícius' le aleja del gran público. «Los grandes ídolos -reflexionaba Gary Lineker- han sido respetados o incluso queridos por sus adversarios. Dudo que Vinícius tenga amor más allá del Real Madrid». 

Míchel Sánchez, técnico del Girona, se lo dijo directamente sobre el césped de Montilivi: «Eres muy bueno, por eso te hacemos tantas faltas». Parar al 'diablo' que mejor desequilibra del planeta y descentrar al niño que entra al trapo de todas las grescas. 

Hasta la novena jornada, cuando se disputó el clásico ante el Barcelona, el brasileño no había llamado la atención de los colegiados. Sí de los contrarios, claramente: su explosión en la 21/22 (22 goles y 16 asistencias, una barbaridad comparada -por ejemplo- con los seis y cuatro de la temporada anterior) había levantado el estado de emergencia entre los defensores, que empleaban todas las artimañas posibles para intentar parar lo 'imparable'. 

Ya en septiembre se vio en medio de un jardín que él no buscó: su forma de celebrar los goles (bailando) generó malestar entre los adversarios. «Si marca en el derbi -advertía Koke- y baila, habrá lío». Todo se amplificó cuando le dieron tratamiento de «racismo» a los pitos que recibía cuando un grupo de radicales del Atlético cantaba «Eres un mono, Vinícius eres un mono» en los aledaños del estadio. «La felicidad de un negro brasileño molesta», escribía el jugador en sus redes sociales. 

Pero en esa novena jornada, se abrió la 'veda'. En el minuto 30 ante el Barça (3-1 final), Sánchez Martínez castigó con tarjeta amarilla una protesta airada del jugador. Tras recibir la cartulina, se marchó sonriendo y negando con la cabeza. Lo sacaron sus compañeros, involucrados por orden directa de Ancelotti en 'templar gaitas' cuando el de Sao Gonçalo se calienta en exceso. 

Seis de las 10 tarjetas amarillas que ha visto Vinícius se han generado en acciones extradeportivas: tres de ellas por cuestionar de forma airada alguna decisión del colegiado y otras tres por «encararse con un contrario sin llegar a insultos ni a la amenaza», la fórmula oficial de las actas. De las cuatro restantes, tres fueron por patadas «temerarias» y una por un agarrón «impidiendo un ataque prometedor».  

Hay quienes miran solo el lado 'maligno' del atacante, el chico que ha visto este curso más tarjetas que Benzema (nueve) en 14 años en el Real Madrid; al otro lado, quienes ven una persecución indecorosa y de comparación sangrante (Gavi ha visto nueve con casi 25 faltas más). Puede que ambos extremos tengan un poco de razón.