Preocupación en la universidad por el uso fraudulento de la IA

Mónica Burgos
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El número de suspensos aumentó el pasado curso universitario ante una caída del rendimiento académico que los docentes relacionan con el uso de la IA. Las universidades todavía no disponen de herramientas que permitan identificar su uso.

Preocupación en la universidad por el uso fraudulento de la IA - Foto: Óscar

La Inteligencia Artificial (IA) hace saltar las alarmas de las universidades ante su uso cada vez más normalizado entre el estudiantado universitario. Así lo aseguran la Universidad de La Rioja y la UNIR, centros que, el curso pasado, sufrieron el auge de esta herramienta como su «mayor reto».

«Lo novedoso, al principio, lo podemos ver como un problema y, de hecho, es un problema si seguimos haciendo las cosas tal y como las estamos haciendo, no podemos seguir actuando igual ante una realidad distinta», alega la Vicerrectora de Profesorado y Ordenación Académica, Eva Sanz Arazuri.

Fueron los propios docentes de la universidad pública riojana quienes detectaron el uso fraudulento de estas herramientas para la elaboración de trabajos académicos de los alumnos. «El año pasado hubo casos de varios trabajos que alarmaron a los profesores» cuenta la vicerrectora, explicando cómo, en consecuencia, se procedió a citar a los alumnos «uno por uno» para abordar la situación. 

Las irregularidades percibidas en los proyectos, como estructuras semejantes, o contenidos poco originales y similares, fueron los patrones que se repitieron y que sirvieron de indicativo a los docentes sobre un uso de la inteligencia artificial más allá del meramente informativo o complementario.

Por su parte, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), a pesar de su naturaleza íntegramente digital y su familiarización con estas tecnologías, también detecta esta problemática. «El porcentaje de trabajos y actividades poco originales y con ciertas irregularidades sí que ha aumentado» reconoce la Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad Internacional de La Rioja, Adela López Martínez.

No obstante, la falta de herramientas con las que poder demostrar el uso de inteligencia artificial, como por ejemplo las hay para la detección de plagio, dificulta a los docentes y a la universidad poder aplicar el procedimiento correspondiente ante un uso fraudulento de la tecnología, por lo que tampoco puede sancionarse.

Solución. «La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y poco a poco se va viendo inmersa en todas las actividades de nuestro día a día y, por supuesto, también en la universidad» asegura Sanz Arazuri.

Es por ello que la Universidad de La Rioja enfrenta ahora el reto de transformar la inteligencia artificial en una «aliada» de la formación universitaria, «es una herramienta que aporta una ventajas y hay que intentar potenciarlas, así como analizar sus amenazas y oportunidades para enfrentarnos a ellas».

En este sentido, asegura Sanz Arazuri, «cada vez son  más los profesores que están introduciendo herramientas de inteligencia artificial en sus asignaturas». Un propósito para el que la universidad incrementa las formaciones en digitalización para su personal docente e investigador, «estamos intensificando mucho los cursos para el uso de estas herramientas, y tenemos un programa de proyectos con seis formaciones orientadas al uso de la inteligencia artificial como herramienta de aprendizaje».

No obstante, opina por su parte la vicerrectora de UNIR, todavía «tiene que pasar un tiempo hasta que incorporemos la IA de forma correcta a nuestra vida cotidiana».

 

«Los estudiantes somos conscientes de este problema»

«Se notan dos tipos de estudiantes: los que la usan de manera informativa; y los que hacen todo el trabajo usando inteligencia artificial» señala Andrés Losada Tamaral, estudiante del Grado en Geografía e Historia y único de la UR que integra la Mesa del Claustro.

La pérdida de la originalidad y del pensamiento crítico son las principales consecuencias que los propios alumnos destacan entre ellos. Algo que, considera, más que un problema para la universidad, lo es más para ellos mismos, «de cara a un futuro, los estudiantes e investigadores vemos grandes déficits, porque así no se consiguen los objetivos para poder ejercer de sus titulaciones».