Los partidos independentistas, Junts y ERC, que, aunque se citan juntos están muy separados, olieron la sangre y se han dedicado a despedazar a su pieza, el PSOE, al que le han arrancado el corazón y la razón, porque Pedro Sánchez necesita sus catorce votos para lograr su investidura y repetir como presidente del Gobierno.
El PSOE ha cedido en todas las pretensiones de los independentistas, comenzando por una amnistía tan amplía que olvida todos los delitos que cometieron en su desafío al Estado desde 2013, con la pretensión de no dejar fuera de ella "a ningún soldado". Una concesión que supone dar un hachazo a la separación de poderes, lanzar el mensaje de que la casta política siempre encontrará comprensión para sus desmanes, y que deja los procedimientos democráticos a los pies de los caballos por un interés personal revestido de un interés general que depende de tantas variables que se difuminan sus pretendidos efectos benéficos, que dependen más de los olvidos o indiferencia de los ciudadanos ante el atropello que del compromiso de los beneficiados por cerrar esa página. Todo lo contrario: se consideran con mayor legitimidad para tratar de avanzar en su proyecto soberanista.
Los partidos independentistas catalanes nunca se van a ver en otra: cuando menor es su fuerza electoral y el respaldo ciudadano más capacidad tienen para arrancar al PSOE todo su programa de máximos, logran la transferencia de las Cercanías catalanas y -si nada lo remedia- rompen otro eje vertebrador del país, consiguen una significativa reducción de la deuda fiscal con el Estado que genera agravios comparativos con el resto de comunidades autónomas que ya han anunciado su defensa judicial, y además el PSOE ha accedido a que tenga carta de naturaleza la figura de un mediador en una mesa de partidos, en la que se debe avanzar hacia la preparación de un referéndum de autodeterminación pactado con el Gobierno. Como dijo en el Senado y ha vuelto a repetir el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, "tras la amnistía viene la autodeterminación". Solo la inquina que se profesan ERC y Junts y sus líderes, Junqueras y Puigdemont, la acción judicial y otros mecanismos administrativos pueden limitar la euforia independentista.
Mueve a ternura escuchar al jefe de la delegación negociadora del PSOE, Félix Bolaños, explicar cómo la amnistía "hará nuestra sociedad más habitable", y contribuirá a la convivencia y a "superar la tensión política, social e institucional", cuando no hay ningún compromiso en ese sentido por parte de los independentistas y ni tan siquiera, pese a los gestos realizados y la humillación a la que han sido sometidos, tienen garantizado el apoyo a la gobernabilidad durante toda la legislatura que queda pendiente de que, en efecto, se cumplan todos los compromisos que han arrancado al PSOE. "Quien gana hoy es Cataluña", ha resumido las negociaciones Oriol Junqueras.