La industria agroalimentaria alerta de pérdida de empleos

Feli Agustín
-

Alinar y organizaciones agrarias no descartan ERTE y piden medidas para paliar el daño

Diego Galilea, director general de Alinar. - Foto: Óscar Solorzano

La sequía en el campo, además de poner en riesgo a un sector primario con gran arraigo y presencia en la comunidad, amenaza al potente sector agroalimentario, que pivota alrededor de los ejes fundamentales, las bodegas y conserveras.  Su importancia es de tal magnitud que una de la empresa riojanas de mayor facturación es la conservera Cidacos, que colabora de manera sustancial a que la industria suponga el 39,9 % del Valor Añadido Bruto (VAB) agroalimentario, el más elevado del país.

La preocupación ante la falta de productos, y sus repercusiones en el empleo se detecta ya en el sector, como pone de manifiesto Diego Galilea, director general de la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Navarra, La Rioja y Aragón (Alinar), que afirma que «el sector agroalimentario que se basa en producción hortícola presenta ya dificultades para el suministro». Avisa de que las ayudas que se plantean desde las comunidades autónomas «no pueden materializarse» hasta que el Ministerio de Agricultura apruebe el real decreto de la sequía y constata que esas ayudas se dirigen al sector primario y dejan la margen un sector industrial, con una estructura y un volumen de trabajadores «que están sobredimensionados para asumir una producción con la que no van a poder contar». «Estamos sufriendo y necesitamos algún tipo de ayuda», afirma Galilea.

 Esta inquietud también se comparte desde el sector agrario riojano  e Igor Fonseca señala que  la incapacidad de la industria agroalimentaria para poder hacer frente a las peticiones de sus proveedores va a suponer un problema de cara a mantener su actividad, empleos y su estructura y encarecerá los precios al consumidor final. Julián García Plisson, representante de la cooperativas, «con un pie puesto en la producción y otro en transformación», destaca, no solo los costes fijos que les afectan como productores, sino también los que soportan en el área industrial. Néstor Alcolea, de UPA,  coincide en que  la industria conservera no puede trabajar sin producción y Óscar Salazar, de UAGR, señala que ya han pedido que se diseñen  ERTE u otras medida de protección  para la industria, cooperativas o trabajadores del campo.

Agua valorizada.  El 90% de la composición de una alcachofa es agua, que en el caso del tomate llega al 95. «Nosotros tenemos socios que afirman que vendemos agua valorizada», afirma Diego Galilea,  director general de Alinar, que considera fundamental redactar un plan «a medio plazo» para garantizar un buen sistema de riego que responda a las necesidades futuras, que permiten adivinar escenarios climatológicos y de demandas «muy diferentes a los actuales».

«Si queremos ser un sector pionero y puntero en el sistema económico necesitamos poner en valor el aguas», aconseja el representante de la agroindustria, que entiende que es necesario   realizar un trabajo conjunto público-privado para identificar las necesidades y trabajar en ellas.

El representante de Alinar, que ayer se reunió con la presidenta de Navarra, María Chivite, lamenta que en La Rioja se ponga el foco de una manera tan intensa en el mundo del vitivinícola, «cuando el sector agroalimentario es mucho más» e insiste en que todos los agentes de la cadena «deben ir de la mano». Con asociados como Cidacos, Celorrio o Eurochamp, apela a las administraciones a que sean conscientes del «valor» del sector para el ámbito rural, la economía y el medio ambiente y  colaboren en potenciarlo  para contar con autonomía alimentaria, «una expresión muy habitual en la pandemia, que todos hemos olvidado». Para ello «hay que apoyar a los agricultores porque sin ellos no hay producto, y sin producto no hay industria y sin industria no hay nada», destaca.