«Puedes cambiar el nombre sin proceso médico»

Feli Agustín
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«Puedes cambiar el nombre sin proceso médico, que puede ser traumático». Guillermo Martínez, un chico trans riojano, defiende que la ley ha dirigido la atención hacia una realidad desconocida y la normaliza en ámbitos como el laboral

Guillermo Martínez, en proceso de hormonación desde hace aproximadamente un año. - Foto: El Día

«Una de las cosas buenas que tiene la ley es que yo, que llevo menos de dos años en proceso hormonal, puedo cambiarme la casilla de género, al contrario que anteriormente, cuando se exigía un proceso médico para ello», explica Guillermo, que asegura que este hecho implica que una persona que no los necesite puede modificar el hecho registral «sin pasar por procesos que pueden ser traumáticos».

Quien así se refiere a la ley trans nacional, vigente desde febrero, es Guillermo Martínez, un chico trans de 20 años. Arnedano y residente en Lardero,  recuerda que en su infancia se presentaba como niña y ha sido a lo largo de su evolución vital cuando se ha ido dado cuenta de que esa no era su verdadera identidad de género. «Para mejorar mi calidad de vida he realizado una transición, primero social y luego médica mediante hormonas, para lograr que los demás me vean como lo que soy, un chico», cuenta Guillermo, que explica que inició su proceso en la edad adulta. 

Lleva alrededor de un año en tratamiento hormonal e indica que fue una decisión que tardó tiempo en tomar. Al respecto, señala que si la ley trans de La Rioja hubiera estado vigente cuando supo que era un chico [se aprobó en febrero de 2022] habría iniciado el proceso «bastante antes».

Yeso que Guillermo, que se define como una persona «resolutiva y autodidacta», siempre ha contado con el apoyo de su entorno. «Ser trans, un chico o una chica, no cambia nada de la persona que eres, sino que lo que cambia es cómo te percibe la gente, pero es cuestión de acostumbrarse», constata este joven, que añade que tanto su familia como sus amigos lo han aceptado bien.

Estudiante de un doble grado de Sociología y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que tuvo una infancia «superfeliz» y razona que el entorno «no tiene por qué hacerlo pasar mal» a niños trans y entiende que  cuando eres pequeño, «a no ser que lo vivas muy intensamente», el género es algo «en que casi ni se piensa». 

Relata que, en su caso, «tenía 10 u 11 años» cuando fue consciente de su identidad de género, «cuando los demás me veían como una niña y yo hacía cosas que no concordaban con lo que siempre te han dicho que tienes que hacer», rememora este arnedano, que estima que se trata de un proceso «complejo y bastante personal».

No obstante, reconoce que cuando los niños se dan cuenta de que «el genero que ellos sienten o la persona que son» no coincide con lo que espera su entorno, «puede ser un proceso doloroso». Al respecto, señala que cuando uno es consciente de esa disconformidad y le afecta en su día a día, es momento de plantearse «un cambio real en tu vida» para que la gente «te permita expresarte como eres».

Los beneficios de la ley. Guillermo Martínez defiende el nuevo texto normativo porque  ha dirigido el foco de la sociedad a la realidad trans, «un tema del que hace unos años no se hablaba y sobre el que existía bastante desconocimiento».  Vaticina que la ley  va a proporcionar «visibilidad y conocimiento al colectivo», tanto en el ámbito escolar como en el laboral,   áreas donde se va a normalizar. «Es una ley necesaria porque da cobertura a las comunidades que carecen de ella», opina.

Menciona el «gran problema» que supone para una persona trans que su nombre no se ajuste a su realidad de género y «utilizar un nombre, que sientes que no te pertenece en documentos oficiales es como negar tu propia identidad, lo que puede ser bastante traumático». A ello, se suman las trabas administrativas y, en este contexto, valora la ley trans de La Rioja que permite cambiar el nombre «fácilmente, sin tener que dar un parte psicológico, porque no es una enfermedad». 

Informa de que en su caso el hecho que la universidad, donde se matriculó con su anterior nombre, circunstancia que ya ha cambiado, imprimiera con celeridad el actual en otros documentos, le facilitó la tarea en otros organismos públicos. Lamenta que esta información no esté centralizada, lo que le obliga «a ir administración por administración» cambiando el nombre.

Guillermo, que siente que no tiene necesidad de explicar que es una persona trans a su entorno, afirma detecta «bastante desconocimiento y, cuando entiende que puede aportar información, no oculta «para nada» su realidad. «Si alguien tiene dudas, siempre les digo que me pregunten, que estoy encantado de responder», afirma.