Reactivación cerebral

David Hernando Rioja
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La unidad de Neurorehabilitación Intensiva (UNRI) ha atenido a 60 pacientes con daños cerebrales desde junio delaño pasado.

Una paciente en la unidad de Neurorehabilitación Intensiva (UNRI) - Foto: Ingrid

Trabajar en la nueva unidad de Neurorehabilitación Intensiva (UNRI) merece la pena, ya que se da a los pacientes la opción de seguir viviendo». Así lo dice la médica facultativo especialista del área del servicio de rehabilitación del hospital San Pedro, Natalia Álvarez.

Esta unidad abrió sus puertas en junio de 2022 y desde entonces han atendido a 60 personas con daños cerebrales causados un 80% por ictus y el resto por traumatismos craneoencefálicos, anoxia cerebral y tumores cerebrales.

Álvarez asegura que el tratamiento de los pacientes con afectaciones neurológicas es una parte fundamental de los servicios de rehabilitación. «Esta unidad ha ayudado a completar un tratamiento que ya se ofrecía previamente pero que no se hacía de manera tan intensa y con las características actuales», destaca.

Esta unidad presenta numerosas ventajas, entre las que se encuentra el ingreso de pacientes. Explica que un paciente que no tiene capacidad de volver a domicilio porque el daño neurológico es muy importante, antes de la creación la unidad, no tenia un centro de rehabilitación al que acudir, sino que iban a un centro de convalecencia. «Allí se intenta recuperar a los pacientes pero con una intensidad mucho menor, con una cantidad de terapia mucho menor y un control médico menos estricto. Esos pacientes ahora vienen aquí», detalla.

Otro beneficio es que permite que los pacientes no tengan que marcharse fuera de Logroño a que les atiendan porque «en el daño cerebral, el paciente es tan importante como su familia, lo que significa que romper la unidad familiar y obligarles a trasladarse a Barcelona o Madrid era un problema». «Ahora esos pacientes se pueden quedar con nosotros, ya que antes se les mandaba a otros centros si era menores de 60 años», recuerda.

Álvarez indica que otra ventaja es el aumento de la intensidad de las terapias, ya que «se hacen diariamente». «No tiene espera desde la planta de neurología donde hacen rehabilitación en el hospital y vienen a esta unidad sin discontinuidad en el tratamiento», apunta.

La lista de espera para esta unidad «fluctúa», ya que «depende de las rachas que haya en cada momento», señala está médica. Recuerda que han tenido temporadas en las que no daban  abasto en la unidad y faltaban camas para ingresar, en cambio, «hace un par de meses teníamos una cama libre».

Explica que el motivo de esta fluctuación es que los ictus «van a golpes», por lo que «a veces la planta de neurología tiene poca actividad, mientras que ahora están a tope».

Inclusión. Natalia Álvarez indica que los criterios de inclusión en esta unidad son cuatro. Asegura que la edad no es un criterio de exclusión pero los pacientes deben ser menores de  70 años independientemente de su situación social y mayores de esta misma edad siempre que dispongan de un buen apoyo familiar.

Otros criterios son que los pacientes que accedan a este servicio tienen que tener un daño cerebral que requiera tratamiento en al menos dos áreas terapéuticas; o que su estado de consciencia y daño cognitivo les permita participar activamente en el proceso rehabilitador. «El daño cerebral puede hacer que tengas afectación en la memoria, en la atención, en el procesamiento de la información o que no te enteres de que tienes un déficit. Necesitamos que el paciente sepa lo que estamos haciendo para que pueda venir y colaborar», detalla.

El cuarto criterio es que los pacientes deben tener una lesión cerebral de menos de tres meses de evolución. Existe la posibilidad de recuperar pacientes que inicialmente se descartan pero que durante su estancia en convalecencia se convierten en candidatos para esta unidad.

Por otro lado, Álvarez destaca algunas de las máquinas que utilizan los profesionales sanitarios que trabajan en la unidad. Cuentan con un sistema de trabajo con realidad virtual, un electroestimulador de miembros superior para pacientes que no tienen nada de actividad en la mano o en el brazo y un bipedestador para los pacientes que no son capaces de ponerse de pie. «Los ponemos en un aparato que nos permite mantenerlos en pie desde el inicio con el objetivo de que se activen a nivel muscular y cerebral», detalla.

A pesar de esto, esta médico avisa de que los pacientes que acuden a esta unidad no se curan por completo sino que «tienen secuelas, aunque dependerán del tipo de daño cerebral que padezcan». «Aunque avanzamos mucho, nos cuesta que los pacientes asuman sus problemas porque como han mejorado mucho, no acaban de asumir esa pérdida de destreza o esa marcha con una leve cojera», señala.