Más fuerte que nunca

M.R.Y (SPC)
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Lejos de minar su popularidad, los frentes judiciales a los que se enfrenta han elevado el apoyo de los republicanos, que ven a Trump como el gran favorito para las presidenciales de 2024

Foto de archivo del expresidente de EE.UU. Donald J. Trump. - Foto: EFE/EPA/ALEX WROBLEWSKI

«Tengo a la gente más leal. ¿Alguna vez habéis visto algo así? Podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes». Esta declaración de intenciones la hizo Donald Trump en un mitin de campaña en Iowa en 2016, el año que ganó las elecciones presidenciales. Y, sin duda, era algo premonitorio. No matando a gente en mitad de Nueva York, pero sí estando imputado por tres causas federales, el magnate sigue teniendo un tremendo tirón entre sus seguidores, que ven, como él, en estos procesos judiciales una «caza de brujas» en su contra auspiciada por su gran rival, el demócrata Joe Biden. 

Los números están ahí. Tras conocerse hace unos días la tercera acusación -la más grave de todas, puesto que se enfrenta a un cargo de poner en juego la democracia en el país-, su apoyo se mantuvo intacto. Y esto significa que continúa siendo el precandidato del Partido Republicano favorito para concurrir a las presidenciales de 2024. Y de manera indiscutible, porque si inicialmente se esperaba que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, pudiera hacerle algún tipo de sombra, los sondeos coinciden en que el magnate despunta sobre todos: un 54 por ciento de los apoyos, muy por delante de DeSantis, con un 17, o Mike Pence, exvicepresidente del empresario, con un 3 por ciento.

Y no solo entre los conservadores. Otra encuesta publicada por The New York Times la víspera de que acudiera a los juzgados de Washington desvelaba algo aún más significativo: que, en caso de un nuevo enfrentamiento entre Trump y Biden, ambos empatarían con un 43 por ciento de votos cada uno. Un dato con una lectura clara: mientras la popularidad del multimillonario sigue en ascenso a pesar de sus frentes judiciales, la del actual mandatario continúa en caída libre.

Por todo ello, el magnate tiene toda su energía puesta en la precampaña de cara a esas primarias que se celebrarán en primavera y que coincidirán con al menos dos de los juicios que tiene pendientes. En cualquier caso, en todos sus actos públicos pide el apoyo de la militancia, poniendo en la diana a dos enemigos que él considera sus verdugos: Biden y la Justicia. Esta última, a su juicio, «títere» del propio presidente. El relato está claro: todos estos procesos pretenden impedir su vuelta a la Casa Blanca, de la que él mismo aseguró que no debió haber salido, puesto que sigue considerándose ganador de los comicios de 2020. 

Se ve como claro favorito al triunfo y, por eso, con cada acusación habla de «injerencia electoral al más alto nivel» o de cargos «ridículos». Es más, llegó a instar a los magistrados a que abriesen la cuarta imputación en su contra -que fue anunciada la semana pasada-, ya que, según sostuvo, esa nueva acusación servirá para «sentenciar» los comicios del próximo año a su favor.

Acostumbrado a sortear frentes judiciales, la acumulación de cargos esta vez podrían acabar llevándole a la cárcel. Son más de 400 años de prisión a los que se enfrenta en estos tres procesos abiertos en su contra y la cifra podría ir en aumento. Sin embargo, la ley no impide que el empresario pueda presentarse a unas elecciones desde la cárcel, ganarlas e, incluso, asumir como presidente. Si bien todo apuntaría a que desde el Congreso se prepararía un juicio político -el tercero al que se enfrentaría- para desbancarle, puesto que el Senado, de mayoría demócrata, tendría la última palabra. 

No obstante, no se descarta que, en caso de jurar el 20 de enero de 2025, sin tiempo que perder, aproveche su puesto para acabar autoindultándose. Dentro de este dantesco escenario, podría ser uno de los finales más surrealistas posibles. Pero con Trump, cualquier cosa disparatada puede convertirse en realidad.