Mantible pasa la prueba

Gustavo Basurto
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La restauración del histórico puente de El Cortijo supera con éxito la fase crítica del descimbrado y el test de esfuerzo, con la fecha del día 30 como posible final de obra

Vista del puente Mantible, aún con la estructura para su recuperación - Foto: Óscar Solorzano

Las riadas del Ebro y el paso del tiempo hicieron mella en sus pilastras y arcos, pero el puente Mantible, o lo que queda de lo que fue, se asienta hoy sobre sólidas bases. La profunda rehabilitación a la que ha sido sometido el histórico paso sobre el río, el más antiguo de Logroño y situado en las proximidades del barrio de El Cortijo, se aproxima a su final y ha superado con nota la fase crítica: la retirada del armazón metálico que sustentaba la bóveda durante los trabajos de reconstrucción de sus piedras y la prueba de esfuerzo para comprobar que todo se ha hecho bien y que su estructura está consolidada. 

De hecho, el descimbrado (quitar la cimbra o armazón que apuntalaba la bóveda durante la obra) ha sido tan satisfactorio, que el puente no 'rugió', como suele ocurrir con frecuencia en este tipo de construcciones antiguas, donde se producen movimientos y ruidos al retirar el entramado metálico, como explica el concejal delegado de Arquitectura, Arqueología, Casco Antiguo y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Logroño, Íñigo López-Araquistain. 

«Lo más complicado de la obra, que era la bóveda y el descimbrado, ya está hecho», comenta el concejal, arquitecto de profesión, que apunta al próximo día 30 como posible fecha oficial para el final de la obra en Mantible, aunque matiza que en este tipo de intervenciones en el patrimonio monumental pueden aparecer pequeños imprevistos de última hora que lo retrasen algo, aunque no se espera que la conclusión de los trabajos se vaya más allá de finales de año.

Una vez recuperado el arco, se han colocado unos andamios para realizar un tratamiento superficial que falta por rematar, un trabajo que también se llevará a cabo en los estribos del puente y en el intradós de la bóveda. 

Ahora le toca a Álava. Además, los técnicos encargados de esta minuciosa obra del lado riojano del puente trabajan en coordinación con sus homólogos de Álava, que prevé acometer la rehabilitación de su parte, en la margen izquierda del río, en donde se aplicarán los mismos criterios que en la intervención en suelo logroñés.

A lo largo de los trabajos, iniciados en el anterior mandato municipal, han surgido complicaciones que obligaron incluso a modificar el proyecto y que han retrasado la ejecución. Una riada obligó a recuperar infinidad de piedras arrastradas y a reemplazar algunas rotas.

También se produjo el movimiento del cimiento de una de las pilas, lo que obligó incluso a que ingenieros y operarios tuvieran que sumergirse con equipos de buceo para realizar trabajos bajo el agua. Pese a los retrasos, el concejal López-Araquistain matiza que no es algo inusual en este tipo de intervenciones de patrimonio.

El coste de la obra, sufragado por el Ayuntamiento de Logroño, ronda los 900.000 euros. El puente Mantible unía El Cortijo, en suelo riojano, y Assa, pedanía del municipio alavés de Lanciego, donde se conserva el arco de la margen izquierda. Está declarado Bien de Interés Cultural y fue declarado Monumento Nacional en 1983.

Medieval, que no romano, y con más arcos

Uno de los enigmas que acompañaban a la historia del puente Mantible, el de su origen, parece despejado. Al menos es lo que opinan los expertos, que tras las muestras tomadas en sus piedras para establecer su datación se inclinan a pensar que se trata de una construcción de época medieval y no romana, como sostenían algunos.  Con todo, sigue habiendo una incógnita que no acaban de despejar del todo los investigadores: los puentes medievales se solían levantar sobre otros anteriores fabricados en madera y en Mantible no hay evidencias de que existiese un paso de ese material. Esa interrogante les lleva a pensar en la posibilidad de que con anterioridad al puente construido en la Edad Media pudiera haber existido otro de época romana, como explica el concejal Íñigo López-Araquistain, que apunta otra curiosidad: no hay certeza absoluta del número de ojos que tenían el puente, pero ahora se cree que pudo haber tenido más de los seis que se le atribuían, como el navarro de Puente la Reina, y que es probable que al menos fueran siete.