El jefe del Ejecutivo en funciones, Pedro Sánchez, guarda un obstinado silencio sobre el órdago independentista lanzado por el fugado Carles Puigdemont. Incluso, en sus comparecencias públicas evita pronunciar las palabras referéndum o amnistía. Sabe que el peaje que le exige Junts es adentrarse en terreno peligroso (las voces críticas del socialismo histórico arrecian y la ciudadanía no lo ve con buenos ojos) y ahí es donde quiere centrar el PP su estrategia para que Sánchez se retrate.

De hecho, el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, que sigue sin sumar nuevos apoyos para su investidura, se ha focalizado en los últimos días en visibilizar las tensiones internas que provoca en el PSOE una posible amnistía, el «chantaje» que Puigdemont ha puesto sobre la mesa para investir al líder socialista como presidente.

Feijóo opta por el marcaje a su rival tras una semana complicada por las diferencias internas que provocó en su partido la decisión de dialogar con JxCat ante la investidura, a la que el candidato popular cerró finalmente la puerta tras escuchar los requisitos puestos por el fugado desde Bruselas.

El político gallego busca ahora remarcar las aceradas críticas que han manifestado líderes históricos del PSOE como el expresidente Felipe González, Alfonso Guerra, Ramón Jáuregui, o de voces en activo como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page o incluso el expresidente de Aragón, Javier Lambán, ahora en el Senado.

También recuerda que Sánchez y sus ministros se oponían hasta ahora a la amnistía, cuya hipotética aprobación sería un «engaño» porque los socialistas no la llevaban en su programa y de haber figurado en él, el resultado electoral habría sido diferente y, según sostiene, su formación habría sacado más ventaja al PSOE en las urnas.

El presidente de los populares utilizará todos los instrumentos a su alcance para frenar una ley de amnistía que ve ilegal y fuera de la Constitución. En ese sentido, y ante un futuro recurso al Tribunal Constitucional, advierte que validarla sería ir en contra los fundamentos del Estado de Derecho.

Para muchos analistas, el silencio de Sánchez significa que la decisión de adentrarse en ese camino (nunca pisado por un Gobierno) ya está tomada. Su argumentario es que es preciso «pasar página» de lo ocurrido en Cataluña en 2017 y por eso prometió seguir tomando «medidas valientes», en línea con los indultos y la derogación de la sedición concedidos la pasada legislatura.

Sin embargo, el candidato del PP a la presidencia está dispuesto a dar una dura batalla. En su particular cruzada, implicará de lleno a sus barones en la ofensiva contra el jefe del Ejecutivo en funciones, con el objetivo de denunciar en cada rincón de España que Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar las exigencias de Puigdemont. «Vamos a socializar la respuesta al desafío que plantea, no Puigdemont, sino Pedro Sánchez, que es el que está dispuesto a hacerle caso», apuntan en el equipo de Feijóo.

Así, Génova pone ahora el acento en la denuncia política porque el PSOE y sus socios no expuesto ningún texto concreto para atender las reivindicaciones de Junts sobre una ley de amnistía o la «desjudicialización» que reclama Puigdemont.

 El PP apunta ya a la vía judicial -recurrirán al Tribunal Constitucional si se aprueba esa ley de amnistía- y se movilizarán incluso en Europa llevando este asunto a las instancias europeas. «Ninguna vía de reacción está descartada. Actuaremos por tierra, mar y aire para defender la igualdad de los españoles», subrayaron.