La muerte por ictus baja pero suben los casos a los 55 años

David Hernando Rioja
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La registró un total de 750 personas que tuvieron esta enfermedad durante el pasado año.

El presidente de Ardacea, Emilio García, y Laurentino Cabrerizo, una persona con ictus, juntos en una sala - Foto: Óscar Solorzano

«Tratar un ictus es como si se te fuera la luz de casa y tienes comida en el congelador. Si llegas a la media hora, puedes ponerla de nuevo y no ha pasado nada. Pero si llegas cuatro horas y media tarde, tienes que tirar la comida. El cerebro actúa igual. Si se llega tarde, es irrecuperable, pero si se llega a tiempo, si que lo es».

Así lo explica el coordinador de la Unidad de Ictus del hospital San Pedro de Logroño, Francisco José Julián Villaverde.

Un ictus, detalla, es cualquier tipo de enfermedad que se produce en el cerebro y cuyo origen está en la llegada del flujo sanguíneo, «bien porque se obstruye la llegada del flujo sanguíneo de una arteria, o  porque se rompe dicha arteria y se provoca una hemorragia cerebral». 

La Sociedad Española de Neurología indica que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, y de ellas el 50% quedarán con secuelas o fallecerán por esta causa. Actualmente, unos 300.000 españoles presentan alguna limitación funcional por haber padecido un ictus. 

En este aspecto, la comunidad autónoma de La Rioja registró un total de 750 casos de personas que sufrieron un ictus en el año 2022, según la Asociación Riojana de Daño Cerebral Adquirido (Ardacea).

El Hospital San Pedro cuenta con una Unidad de Ictus desde el año 2014, en la que hubo unos 489 ingresos durante el pasado año, unos 497 en el 2021, unos 411 en el 2020, unos 429 en el 2019, unos 380 en el 2018 y unos 422 en el 2017. 

Dicha unidad ha logrado implantar el denominado 'código Ictus', un protocolo que activa a muchos médicos, enfermeras, técnicos y auxiliares de los diferentes servicios del hospital, desde las urgencias, hasta radiología, neurología y laboratorio, entre otros.

«Este código permite detectar los ictus de manera más precoz y así, se podrá aplicar un tratamiento. En cambio, si no se detecta a tiempo y han pasado unas horas, no hay ningún tratamiento que puedas aportar», asegura. 

Julián indica que los ictus «más graves» siempre se presentan de una manera llamativa, desde pérdida de fuerza en un brazo o en una pierna, alteración del tacto de ese mismo lado, o dificultades para hablar y para entender. 

En este sentido, destacó la labor  de esta unidad a la hora de detectar este tipo de ictus graves, ya que «el hospital ha pasado de enviar al hospital de Pamplona a 12 pacientes en 2017 a 73 en 2022».

Allí, explica, los médicos les hacen a los pacientes un cateterismo, es decir, les meten un catéter a través de la ingle con el objetivo de extraerles el trombo.

Julián añadió que el hospital San Pedro  también trata a otros 73 pacientes que no requieren la técnica anterior y su tratamiento es un medicamento concreto. 

Descenso mortalidad. Otra de las ventajas de esta Unidad de Ictus es el descenso en los datos de mortalidad que se han producido desde que se creó, ya que «antes había una tasa de mortalidad del 13% mientras que ahora es del 7%». 

Los pacientes, detalla el coordinador, están vigilados, monitorizados y hay un equipo de medicina especializada que «les valora entre dos y tres veces por turno y cualquier complicación que pueda haber, las detectamos y las tratamos de manera precoz».

A pesar de estas buenas cifras que se han conseguido,   afirma que  «aun es un porcentaje elevado». 

Otros datos para la esperanza de las personas que han sufrido un ictus en La Rioja son que «el 73% de los pacientes que ingresan en la unidad de ictus, son independientes cuando se van a su casa». Además, aquellos pacientes a los que se les administra el tratamiento más fuerte, es decir, el cateterismo, más del 50% vuelve a su casa con toda su autonomía, y el resto de pacientes necesitan realizar rehabilitación pero «recuperan parte de su autonomía». 

La edad es otra de las facetas en la que esta enfermedad ha cambiado con el paso de los años, ya que «el ictus ha sido clásicamente una enfermedad de gente mayor, pero cada vez vemos pacientes más jóvenes, principalmente con 55 años o más», apunta. 

Julián reconoció que todavía no hay datos suficientes para explicar este aumento de casos en personas más jóvenes pero «es probable que se deba a que ahora se detectan más casos y a los hábitos de vida que tiene la sociedad actual, los cuales nos llevan a un envejecimiento precoz».