El cielo no da tregua

M.H. (SPC)
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La sequía atenaza al campo español. A pesar de que hay más agua en los embalses que el año pasado por estas fechas, el suelo está reseco y las reservas, al contrario que la campaña anterior, están ya reduciéndose

El cielo no da tregua

La agricultura ha evolucionado mucho en los 12.000 años que el ser humano lleva practicándola, sobre todo en el último siglo. Se ha pasado de rudimentarias herramientas para labrar la tierra a maquinaria que hace apenas unas décadas habría parecido inconcebible, drones y satélites incluidos. Lo que se siembra tampoco es igual. Las nuevas variedades aumentan la producción y resisten plagas. Y además se las ayuda con fertilizantes y fitosanitarios de última generación. La agricultura sigue dando de comer a la humanidad, como hace milenios, pero la manera de obtener fruto de la tierra ha cambiado.

Sin embargo, hay una cosa que no ha cambiado: el agricultor sigue viviendo con un ojo puesto en el cielo. Por mucha tecnología que haya disponible, el clima sigue condicionando las cosechas de manera inevitable. Pedriscos, heladas o inundaciones son fenómenos imprevisibles y contra los que poco o nada se puede hacer en la mayor parte de los casos. Y el más temible de esos fenómenos es sin duda la sequía, que hoy en día, con más o menos fuerza, atenaza al campo español de norte a sur y de este a oeste. Y lo que es peor: no parece que las nubes vayan a descargar con la fuerza necesaria para paliar la situación en las próximas semanas.

Uno de los cultivos que más la sufre, y que además es el más importante de España en extensión, es el cereal. La reducción de la cosecha de trigos y cebadas puede ser «dramática» en España en 2023 si no llueve de inmediato, según ha declarado el secretario general de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE), José Manuel Álvarez. El responsable de ACCOE ha resaltado la incertidumbre actual en este sector por la sequía continuada y ha advertido de que en las zonas más tardías de cultivo del país las precipitaciones podrían «subsanar» la situación, pero en las más tempranas es más difícil recuperar las producciones.

El cielo no da treguaEl cielo no da treguaEsto se traduce en que en Andalucía o Castilla-La Mancha, salvo en ciertos rincones menos castigados por cuestiones de altitud, humedad o precipitaciones puntuales, el cereal ya está muy tocado, si no hundido. En áreas más norteñas (Castilla y León, La Rioja…) los trigos y las cebadas aún se encuentran en un estado aceptable, pero los vientos y las altas temperaturas para época del año hacen que la llegada de lluvias abundantes sea más que urgente.

Basta con recorrer de norte a sur la meseta central, la zona más cerealista de España, para ver que las cosas pintan muy mal. En las provincias más norteñas como Burgos, Palencia o León las siembras todavía tienen buen color, pero el polvo que se levanta en los caminos indica que el suelo tiene la humedad justa y necesita agua sin dilación. Y según se va avanzando hacia el sur y se atraviesan áreas de Valladolid, Ávila, Salamanca, Toledo o Ciudad Real se va apreciando cómo el cereal está más ralo, más bajo e incluso ya espigado con apenas un palmo de altura.

Por si eso fuera poco, en algunas comarcas del norte donde las cebadas aguantaban se sufrió una fuerte helada (hasta -9º) el miércoles de la pasada Semana Santa que las castigó mucho, como también lo hizo con vezas y colzas. «Las hojas de fuera están abrasadas. La planta tirará, pero eso seguramente ya sean 500 o 1.000 kilos menos por hectárea», lamentaba un agricultor afectado.

El cielo no da treguaEl cielo no da treguaEn España, país deficitario, «se teme una cosecha dramática», ha añadido el responsable de ACCOE, quien ha reconocido que las tensiones políticas por la guerra de Ucrania añaden presión a los mercados, donde hay ya una situación muy volátil. En relación a los obstáculos de Rusia al tránsito de cereal ucraniano por vía marítima, ha añadido que es una vez más una estrategia de amenaza de Moscú frente a las sanciones de otros países por la invasión de Ucrania y ha confiado en que no se centre en «parar barcos». «Rusia es consciente de que puede haber un déficit importante de cereal en el hemisferio norte», ha añadido, en referencia a la presión que quiere ejercer Moscú con sus trabas, aunque ha recordado que a ese país también le interesa que funcione el corredor marítimo del grano.

Consecuencias. Esta falta de agua tiene muchas consecuencias sobre la agricultura, más allá de las que ya son evidentes en los campos. Y casi ninguna es buena. En marzo, la asociación que agrupa al comercio de cereales de la Unión Europea (UE), Coceral, situó en 303,5 millones de toneladas la producción de los 27 países comunitarios y del Reino Unido, lo que supondría un repunte anual del 4% (sobre un 2022 que ya fue malo); pero desde el sector español opinan que ese aforo es muy preliminar y se va a reducir.

Aunque en lo que va de mes, teniendo en cuenta que ha habido festivos, los precios de los cereales se han reducido en torno al 0,5% en el trigo, un 0,8% en la cebada y han permanecido estables en maíz en las lonjas españolas, según los últimos datos de ACCOE, es probable que ante una cosecha escasa las cotizaciones suban. Eso sería un respiro para los cerealistas, que siguen soportando unos gastos de producción disparados (igual que los demás agricultores y ganaderos). Pero podría ser la puntilla para muchas explotaciones pecuarias que tendrían que afrontar unos precios de los piensos aun más altos sumados a la escasez de pastos y forrajes provocada por la ausencia de lluvias.

Otra de las consecuencias, si no llueve, se la llevará el girasol. Sembrar pipa en un suelo reseco no es la mejor opción y si de aquí a unas semanas no cae agua este cultivo se verá seriamente comprometido. No es una planta que necesite excesiva lluvia durante su desarrollo porque despliega un sistema radicular relativamente profundo, pero sí requiere humedad en la germinación y la nascencia y ahora mismo no se dan las condiciones adecuadas.

Y si los cultivos de secano ofrecen malas perspectivas, el panorama para el regadío es incluso peor. Es cierto que los embalses, a día de hoy, guardan algo más de agua que el año pasado por estas fechas (51,52% de la capacidad frente al 47,41% de 2022), pero no es menos cierto que hace doce meses llevaba lloviendo con ganas más de un mes en casi toda España y todavía lo seguiría haciendo unas semanas más. La tierra estaba empapada y los embalses todavía tenían que recibir muchos litros que el terreno estaba desaguando. Este año la tierra está ya reseca a estas alturas e incluso las cuencas en mejor estado, como la del Tajo, han comenzado a reducir sus reservas, mientras que el año pasado aumentaron hasta bien entrado el mes de mayo. Y hay que tener en cuenta que, actualmente, la nieve en las cumbres es inexistente.

Para los cultivos que requieren riego esta situación es una espada de Damocles. ¿Quién se arriesga a sembrar algo que no va a poder regar? La cuenca del Guadalquivir se encuentra al 25% de su capacidad, cuando el año pasado (que fue malo) estaba por estas fechas al 30% y la media de la última década se sitúa en el 62%, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica. En el Guadiana están algo mejor, al 34%, pero también muy por debajo de la media de los últimos diez años (60%). En Cataluña la tesitura también es crítica.

Los leñosos tampoco se libran de la amenaza. A pesar de sus raíces más profundas necesitan agua, que no cae en el caso de los de secano y no está disponible para los de regadío. Muchas especies de frutales están en plena etapa de cuajado y desarrollo de la fruta, un momento crítico para el árbol en el que el agua es imprescindible para garantizar la producción. La falta de precipitaciones es tal que en algunas zonas el problema no es que peligre la cosecha, algo obvio, sino que la propia vida del árbol está en una situación comprometida.

Si no se puede regar y el suelo está agrietado, ¿de dónde van a salir los alimentos? Si las charcas y los pastos se secan y el ganado extensivo no puede beber ni comer, ¿cuanto les va costar a los ganaderos abastecer a sus rebaños de agua fresca y pienso? Y ¿qué va a suponer eso en el precio de la carne en el supermercado? Las cosas no pintan nada bien.

«momento idóneo». Ante esta situación, algunas organizaciones agrarias y comunidades autónomas han demandado la convocatoria de la Mesa de la Sequía. La Junta de Andalucía ha apelado a la reunión de este órgano. La consejera de Agua, Carmen Crespo, ha manifestado que «es el momento idóneo de convocar una mesa que es absolutamente fundamental para toda España y especialmente para la España más seca. No podemos solos en estos momentos». Poco después ha sido ASAJA quien que ha compartido esta petición. En un comunicado, ha solicitado su convocatoria urgente ante las «serias dificultades» que está atravesando el sector primario por la falta de lluvias.

El presidente de la organización agraria, Pedro Barato, ha tildado de «alarmante» la situación de falta de precipitaciones y los bajos niveles de agua embalsada, que hacen necesaria la adopción de «medidas urgentes y de forma coordinada» con el resto de administraciones. Según la organización, la ausencia de agua y el aumento inusual de las temperaturas están causando pérdidas «irreparables» en cultivos de muchas zonas de España, como en el caso de los cereales, las leguminosas y los cultivos leñosos.

Además, ASAJA ha incidido en que «la ganadería está sufriendo las consecuencias de esas condiciones meteorológicas debido a que las producciones de pastos y forrajes se han visto diezmadas y el empleo de piensos compuestos está incrementando los costes de producción, lo que conlleva un encarecimiento de sus productos en el mercado». Asimismo, la OPA ha advertido de que los cultivos de regadío se van a ver «seriamente comprometidos» y ha llamado a abordar la cuestión desde un punto de vista global.

En respuesta a estas demandas, el Ministerio de Agricultura ha convocado este miércoles una nueva reunión de la Mesa Nacional de la Sequía para el próximo 19 de abril. El subsecretario de Agricultura, Pesca y Alimentación, Ernesto Abati García-Manso, ha convocado la reunión, que él mismo presidirá, con el fin de evaluar la incidencia de la sequía en el sector agrario, dar seguimiento al último encuentro técnico e intercambiar información con los sectores afectados.

Están convocadas las OPA, las cooperativas agroalimentarias y las comunidades de regantes, además de comunidades autónomas y los ministerios de Agricultura de Transición Ecológica.