Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


La nueva moral

21/05/2023

El mundo moderno sacrifica la libertad por la apariencia. Y todos nos quedamos tan tranquilos, de modo que las anteriores generaciones hemos sido más libres aunque menos presentables. La ideología woke, en la que da igual lo que realmente pienses siempre que parezcas tolerante con las minorías, penetra en todos los campos de la actividad humana, en la empresa, en el deporte, por descontado en la política que es la causante de todo, y también en el arte. Y es en la cultura, como decían Les Luthiers la cultura con K mayúscula, donde esta semana hemos conocido el último atentado a la libertad y la nueva vuelta de tuerca de la censura que destruye todo lo sospechoso de no plegarse a las exigencias de los modernos Torquemadas inquisidores disfrazados con camisetas siempre cargadas de mensajes, generalmente de insultos y descalificaciones hacia quienes no piensan como ellos. Después del bochorno de los premios Oscar de la última edición, en los que se ha premiado como mejor película una terrible muestra de cine inclusivo que integra a la población asiática, a pesar de que sea un bodrio considerable que pocos espectadores han terminado de ver hasta el final, ahora llegan las normas obligatorias para cualquier película que concurra a la próxima edición de los galardones, antaño prestigiosos, que entrega la Academia de Hollywood con la efigie del Tío Oscar, el familiar de la secretaria Margaret Herrick que dio nombre a la estatuilla.

Por si no están bien agarrados a la silla, háganlo para no caer al suelo. Las películas que pretendan optar al máximo premio deben cumplir condiciones que, si las hubieran tenido que cumplir Billy Wilder o Michael Curtiz, se habrían quedado sin sus Oscar por El apartamento o Casablanca. Deberán "reflejar la diversidad de la población global, favoreciendo a afroamericanos, latinos, asiáticos de distintas procedencias, indios americanos, árabes e isleños del Pacífico". En el treinta por ciento de personajes que obligatoriamente tendrán que incorporar en sus historias debe haber también mujeres, minorías LGTBQ o discapacitados. Por ley. Así que, si fuera hoy, el rodaje mítico de la historia del cínico Rick no habría podido llevarse a cabo con Humphrey Bogart al frente del reparto, porque su personaje y el de Ilsa habrían sido dos jóvenes tailandeses huyendo de la monarquía absoluta aplicada con puño de hierro por Ananda Mahidol, en lugar de ser dos refugiados que tratan de huir de las garras de Hitler en la convulsa Europa de los años 40. Y Jack Lemmon se habría quedado sin interpretar a C.C. Baxter porque en su lugar habrían puesto a un actor amateur nacido en Port de France.

La nueva moralidad nos arrastra al abismo, pero mientras el apocalipsis llega unos cuantos de forran con el negocio e imponen sus obsesiones a la mayoría. Y es que ser parte de una mayoría hoy en día está tan mal visto como hacer una película sobre la anticuada y regresiva historia de amor entre un hombre y una mujer.