Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Sin casa

21/04/2024

Estaba embarazada, pero las dudas le mordían las entrañas, allí cerca de la nueva criatura, su hijo, por fin, cuando ya se habían pasado largamente los 30 y los 40 años se acercaban con velocidad siniestra. Su novio, más que alegre se hallaba angustiado: no tenían estabilidad en sus empleos y vivían de alquiler en una ciudad donde resultaba impensable adquirir un techo. Comprar es difícil o imposible con inestabilidad laboral, pero casi también alquilar: cada vez que subían los precios tenían que reducir los gastos necesarios..., los que ya habían sido recortados. Las vacaciones, al pueblo, con los abuelos... Cuando vivía todavía el dictador, Franco, con el sueldo de uno solo era posible comprar una vivienda que se pagaba en un par de años o tres, ahora ni 30 eran suficientes, con dos sueldos. Esto demuestra la realidad del empobrecimiento mayoritario que se está generando en las últimas décadas.
Miraban hacia el Gobierno que decía estar trabajando por ellos, por los trabajadores y pobres: la furia les llenaba el cuerpo. El presidente había anunciado que se acabaron los permisos especiales a extranjeros que comprasen pisos caros: la visa de oro... Pero luego habían aparecido expertos denunciando que eso apenas era una parte ridícula del mercado inmobiliario y que en absoluto afectaba a su situación: los que necesitan una casa, crear un hogar y vivir con un mínimo de estabilidad. Gritaban en la prensa que no se trata de repartir pobreza sino de repartir la riqueza, pero para esto hay que promoverla, que vengan ricos y empresarios o quienes sean para sembrar las monedas y que mañana crezcan y se multipliquen, entonces podrán distribuirse de un modo más justo. No se puede repartir lo que no hay.
También en Italia, con un Gobierno de derechas unido a la extrema, hablaban de un programa especial sobre este grave problema nacional. Es una labor épica conseguir casa en una ciudad, mientras que ciertos pueblos se despueblan. El problema es mayor en París y, sobre todo, en Londres, donde los grandes especuladores se han tragado el mercado inmobiliario y habitar una habitación requiere una fortuna.
Construir más, subvencionar la adquisición y gravar con impuestos a los especuladores que tengan más de cierto número de casas serían algunas de las soluciones. En Madrid no cesan de crecer, como hongos venenosos en un cuerpo podrido, nuestra sociedad (llena de suciedad moral), las agencias inmobiliarias. Cacarean desde los ministerios y solo promueven la okupación de casas, con leyes estúpidas, sin resolver la raíz del problema. La recesión de 2008 aumentó las familiares tragedias y lo que importa, más que las ideas, son los hechos. Homeless es una palabra ya muy divulgada que muestra el horror de la pobreza. Las calles lo muestran. La esperanza crece con cada nacimiento: «alguien haría algo... ¿acaso me miento?»