«Soy la más afectada, he sacrificado media explotación»

Javier Alfaro P.
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A la acción de la bacteria, María José González suma los ataques de buitres y lobos, que dificultan su modo de vida

La ganadera de Laguna de Cameros María José González ya ha tenido que sacrificar 76 vacas, la mitad de su explotación. - Foto: Óscar Solorzano

María José González es ganadera en Laguna de Cameros. El año pasado tuvo que vender su rebaño de 470 ovejas por los ataques del lobo. Perdió más de un centenar de animales, 40 de ellos, corderitos.

Ahora, se enfrenta a su tercer año con casos de tuberculosis en su explotación de vacuno de carne. «No es porque sea la dueña, pero creo que actualmente soy la ganadera más afectada en La Rioja por los contagios de tuberculosis, ya he tenido que mandar al matadero a 76 cabezas de ganado y solo me quedan otras 76, he perdido la mitad de mis vacas. Total que crío, crío y crío, y mato, mato y mato. He llegado a tener 126 vivas al mismo tiempo, pero ahora ya no», relata.

Una de las opciones posibles es «sacrificar toda la explotación y empezar de cero, pero se contagian en el monte porque beben agua de los mismos sitios, o comen hierba que ha sido abonada previamente por la orina o las heces de animales contaminados y si comen esa hierba, caen», afirma. Aunque tiene la sospecha de que «alguna prueba no se hace bien o falla, porque un mes te sale una vaca negativa y dos meses después es positiva, yo eso no lo entiendo».

Dedicada «toda la vida» a la ganadería, como sus padres, recuerda que «en el 98, se hizo una gran campaña de saneamiento, y el 50% de animales se tuvo que sacrificar, pero en el control del año siguiente apenas salieron, ahora se controla cada 60 días y salen continuamente nuevos casos, yo lo dejaría en uno al año».

La gestión «es muy dificil, se te ocurren ideas por un lado, que por otro no se pueden hacer, te sientes muy indefenso porque no se puede combatir contra esto». La opción de vallar grandes extensiones de terreno en el monte tampoco es posible «porque es de utilidad pública y la Consejería de Sostenibilidad no creo que lo permitiera, porque el monte desde hace años es de todos. Lo que sí podrían controlar mejor es la fauna silvestre, que es su responsabilidad, y tampoco se hace bien, porque en las batidas de caza se limita la cantidad que se puede matar y no compensa».

Cree que estas situaciones dificultan la permanencia en el entorno rural. «En un sitio como Laguna de Cameros, el clima no permite los cultivos, así que te queda la ganadería o irte, así es como nos despoblamos también», reflexiona.

 

Suma y sigue.
González reconoce que a la incidencia de la tuberculosis se le suman otros factores que castigan el trabajo ganadero, el incremento de los costes energéticos y la acción de depredadores naturales como el lobo o el buitre que, hambrientos, atacan a ovejas y vacas débiles «por ejemplo cuando se ponen de parto».

«Es terrible, el lobo se lanza a por los terneritos; el buitre a por los restos, pero también llenan a picotazos y se comen vivas a las vacas cuando están agotadas tras expulsar las crías», relata con hastío.

Ulpiano Fernández, veterinario de Arag-Asaja, asegura que entre los ganaderos asociados a la organización agraria «han tenido avistamientos de lobos, prácticamente por toda la geografía riojana, especialmente en la sierra».
Para los afectados, la situación de reconocimiento de los ataques se torna especialmente difícil porque «aunque se paga por el animal muerto, tiene que certificarlo un guarda forestal, y al repetirse el proceso, cuando son muchas veces, psicológicamente los hunden».

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