"No había planteado ir a Cocina Económica pero tendré que ir"

David Hernando Rioja
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Ainhoa Castelló es una joven que actualmente tiene un sueldo de 200 euros al mes pero vive en una habitación de 250 euros que consigue pagar gracias a ayudas de amigos

Ainhoa Castelló sentada en un banco de un parque de Logroño - Foto: Ingrid

Ainhoa Castelló es una joven de 25 años nacida en Alicante pero vive en Logroño desde hace seis años. Esta alicantina, que forma parte de Fundación Pioneros, no cuenta con una buena situación financiera, lo que hace que entre dentro de los umbrales de pobreza.

Castelló tiene alquilada una habitación por 250 euros pero al mes solo consigue ganar 200 euros gracias a su trabajo dando clases particulares de informática. El resto del dinero, para cubrir lo que queda de alquiler y tener comida lo consigue gracias a su grupo de amigos, que le prestan algo de dinero.

Dice que actualmente no recibe ninguna subvención regional ni estatal porque «hasta hace nada estaba empadronada en casa de mi madre. Hasta que no salí del domicilio familiar no me consideraban independiente y no me podían ofrecer ninguna ayuda». «A día de hoy tengo pedida una ayuda de emergencia de manutención pero tengo que ir a entregar unos papeles para que me la puedan dar», explica Castelló.

Cuenta que nunca ha llegado a trabajar mucho tiempo en el mismo sitio, «sobre todo  empleos temporales cubriendo vacaciones». Ha trabajado en sitios de comida rápida, como ayudante de cocina en un bar de La Laurel y hasta hace nada estaba dando clases particulares de robótica en dos colegios. 

«Después de eso, sigo con la chica que empecé el marzo del año pasado a darles clases de informática porque tiene una edad y no ha tocado un ordenador nunca. Le ayudo desde hace un año y un mes», apunta. Además, informa que está estudiando un Grado Superior de Informática y el Certificado de profesionalidad de informática.

Compra. Otro de los problemas que tiene Ainhoa Castelló con esta situación es a la hora de hacer la compra. Cuenta que busca ofertas de todos los supermercados que tiene cerca de casa. «Busco cosas rápidas y baratas. El otro día me compré cuatro bolsas de legumbres por 10 euros», señala.

Asegura que el aceite de oliva no se puede permitir pagarlo en estos momentos, además de que come «muy poca» carne y hace dos años que no se alimenta de pescado. «Se me antoja pero ahora mismo se me va de las manos», admite.

Hay muchas personas en una situación similar que no tienen más remedio que acudir a los diferentes servicios de Cocina Económica. «No me lo había planteado pero me da que voy a tener que dar el paso», concluye.