Los latinoamericanos disparan las solicitudes de asilo

Feli Agustín
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Hasta agosto se han presentado 508 peticiones frente a 452 de 2022, y obedece al alza de colombianos y venezolanos

Un refugiado en la sede de Rioja Acoge. - Foto: Óscar Solorzano

La política sobre migración y asilo marcó la cumbre de los 27, celebrada la semana pasada en Granada,  en un escenario de una oleada migratoria sin precedentes y cuando la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio ha tramitado en La Rioja 508 solicitudes de protección internacional hasta agosto, una cifra superior a la que se ha registrado, con carácter anual, en cada uno de los últimos seis ejercicios.

En concreto, en esta comunidad se presentaron 452 solicitudes de asilo en 2022, cifra que supuso un importante incremento sobre las 248 de 2021;fueron 474 en 2020;344 el año anterior y 142 en 2018. Este crecimiento transcurre de manera pareja al conjunto nacional, donde las solicitudes de protección se han elevado a 109.928 los ocho primeros meses del año frente a las 118.842 de 2021, que contabilizaron un 82% más que el año anterior.

«Se está produciendo un aumento considerable de personas que llegan a nuestro país solicitando protección internacional», ratifica Isabel Manzanos, responsable del área de extranjería de Cruz Roja, que informa de que los ciudadanos que mayoritariamente están llegando este año proceden de Venezuela, Colombia, Perú, Marruecos, Honduras y Cuba, además de nacionales originarios de Rusia, Siria y Afganistán.

«Los ucranianos fueron viniendo el año pasado», señala Manzanos, que añade que esta llegada masiva obedece a la falta de protección, conflictos y persecuciones, además de desigualdades de carácter social, demográfico, ambiental, económico o político. «Tenemos muchos frentes abiertos;esas personas deben salir de su país porque temen por sus vidas», asegura la responsable de extranjería de Cruz Roja, que indica que la decisión de dejar su país, abandonarlo todo, supone un proceso «muy complejo y difícil», una situación que se agudiza cuando no se cumplen las expectativas en el lugar de destino.

Razona que mientras existan estas circunstancias, la gente seguirá huyendo y reitera que cuando se deciden a dar ese paso su contexto vital, por una razón u otra, es insostenible en su país.

«Están muy afectados, porque son personas que no tenían en su proyecto de vida tener de huir», apunta María Cabezón, técnica del programa de protección internacional de Rioja Acoge, que diferencia las situaciones que sufre un refugiado de un migrante por razones económicas.

71 plazas. La Rioja cuenta con 71 plazas para atender a  las personas de acogida, de las que 42 están gestionadas por Cruz Roja. Esta entidad lleva 30 años trabajando con migrantes y refugiados, y ofrece sendos programas para ambos casos que, quienes las sufren, «llegan totalmente desorientados» y desconocen los recursos de los que pueden disponer. 

El programa para solicitantes y beneficiarios de protección internacional comprende varias fases, desde su llegada hasta su integración en el entorno social que les acoge, un itinerario que se prologa 18 meses. Para arrancar el proceso es condición indispensable presentar «la manifestación de la voluntad del solicitar protección internacional», que se sustenta sobre motivos de persecución, conflictos o amenazas, situaciones que desde Cruz Roja se tratan mediante sesiones informativas o labores de acompañamiento. 

Se pasa después a una segunda  fase, de acogida temporal en los pisos y centros de refugiados, en los que dispone de 42 plazas, que ofrecen alojamiento hasta que se resuelve su solicitud o la persona implicada accede al mercado laboral y cuenta con recursos económicos para mantenerse de manera autónoma. Este servicio ha sido utilizado a lo largo de este año 74 personas.  «Los centros son únicamente para aquellos ciudadanos que no disponen de medios con los que satisfacer sus necesidades», explica la responsable de Cruz Roja, que indica que también hay personas que demandan protección, pero no necesitan los servicios de acogida.

Si la solicitud de asilo se resuelve de manera desfavorable, el afectado debe abandonar el dispositivo;si es positiva, pasa a la siguiente fase, en  la que las personas que ya gozan de protección viven en pisos de manera independiente, aunque con apoyo económico, un programa que ha beneficiado este año a 78 refugiados.

Cruz Roja ofrece también servicios transversales, como atención psicológica, jurídica, aprendizaje del idioma, de traducción e interpretación o empleo. «Hemos facilitado 1.015 atenciones hasta agosto», informa Isabel Manzano.

La otra  organización que presta servicio en esta comunidad a las personas beneficiarais de protección internacional es la Red Acoge, que dispone de 29 plazas en la fase de acogida, distribuidas en cuatro viviendas, que han alojado este año a 51 personas. Rioja Acoge, que no desarrolla  las dos primeras fases, de valoración inicial y derivación, efectúa las de  acogida y autonomía, y facilita acceso a la vivienda y realiza intervención social, con el apoyo en los trámites necesarios para el acceso al sistema sanitario o educativo.

Vivienda. «Se ofrece un apoyo y acompañamiento psicológico, jurídico, o apoyo escolar, además de ayudas económicas», señala Cabezón, técnica del programa de protección internacional de una organización que cubre las necesidades básicas y diseña conjuntamente con los afectados un itinerario que permita avanzar hacia una vida autónoma. Para ello, se facilita el conocimiento del entorno y se realiza especial hincapié en la enseñanza del idioma en caso de no ser hispanohablantes, además en la formación y orientación laboral.

Los perfiles mayoritarios a los que atiende corresponde a familias  y mujeres y, aunque coincide en el aumento de llegadas desde Sudamérica, informa de que continúan siendo los ucranianos los que mayoritariamente han utilizado este año sus servicios de acogida, por delante de venezolanos y colombianos.

Cabezón, que indica que el apoyo, laboral o jurídico, se mantiene tras la salida del programa  afirma que esta ayuda se extiende a la búsqueda de una vivienda independiente, una tarea que supone un «gran problema» , que se agudiza en el caso de estos ciudadanos, que   hallan casa gracias a personas «cercanas y sensibles a la situación», o esta salida se antoja muy complica, aspecto en el que coincide Marcos Montoya,  técnico del programa de migrantes de Cáritas. 

Destaca también el aumento de flujos migratorio, tanto desde Europa del este, debido a los ciudadanos ucranianos, como de Latinoamérica, mientras se manifiesta el descenso de sirios, población mayoritaria antes de la pandemia. 

En concreto, Cáritas, que no gestiona protección internacional, ha detectado un notable incremento de personas llegadas de Colombia que, al igual que los procedentes de otras nacionalidades, demandan principalmente, ayuda para poder encontrar empleo y una ansiada vivienda.