«Nadie sabe la razón que te obliga a dejarlo todo»

Feli Agustín
-

Antonio, refugiado colombiano, relata la «dureza» de la situación y apela a no juzgar. Con empleo y vivienda, se ha hecho voluntario para ayudar a otros

«Nadie sabe la razón que te obliga a dejarlo todo» - Foto: Óscar Solorzano.

«El mismo día en el que se le reconocía la autorización para trabajar encontró empleo;es una persona muy dinámica, que necesita hacer cosas para sí mismo o los demás». Quien así se expresa es María Cabezón, técnica del programa de protección internacional de la Federación Red Acoge, que pondera así la figura de Antonio (nombre ficticio), que llegó a España con su familia -mujer y dos hijos- después de que una situación muy problemática que afectaba a su hijo mayor, sufría toda la familia y afrontaban sin ayuda de las administraciones, les obligó a abandonar el país.

Aunque fue Madrid su primer destino, sin conocer a nadie recalaron en Logroño y en  Rioja Acoge hace año y medio después de que su «esposa» se informara del largo proceso que hay que seguir para la solicitud de protección internacional.

Derivados por Cruz Roja llegaron a Rioja Acoge, que les asignó una vivienda en la que permanecieron  hasta que lograron el permiso de trabajo, un proceso para el que tuvieron que esperar siete meses. Este documento  les permitió, tanto a él como a su mujer, encontrar empleo y un piso, un logro que fue posible gracias a la mediación de una persona que había trabajado como voluntaria para la entidad ante los obstáculos que presenta el mercado del alquiler.

No solo encontrar vivienda se antoja una tarea harto compleja, poder dedicarse a la profesión que desempeñaba en su país, conductor, tampoco se presenta fácil, ante  la dificultad para poder homologar la licencia. De momento, se muestra satisfecho con su empleo en una fábrica, un desempeño profesional que le permite mantener una vida autónoma.

Sus dos hijos adolescentes atravesaron unos primeros meses «complicados», pero se han adaptado «muy bien, y han construido un círculo de amistades», relata su padre.

Amistad y relaciones. Antonio razona que son niños y son capaces de establecer relaciones sociales y de amistad con más  fluidez que los adultos. De hecho, confiesa que tanto a él como a su esposa «les ha costado bastante», después de llegar a España sin ningún amigo.

Una parte del proceso que mantuvieron con Rioja Acoge fue de índole psicológica y ayudó a su hijo mayor a salir del hoyo en el que se había hundido en Colombia y que le había hurtado hasta la voluntad de hablar.

«Fue difícil, pero ya estamos», relata Antonio, que con toda su familia en su país de origen, con quienes se comunican vía telefónica, no sabe si algún día volverá. «El tiempo lo dirá, pero con situaciones de riesgo no podemos regresar», afirma este refugiado, que defiende  la experiencia que está atravesando junto a su familia como «muy fuerte».

«Es algo que no pides, es algo de un día para otro», relata este conductor, que explica que una vez en este país hay que acostumbrarse a otra cultura y personas «y al rechazo de mucha gente».

Racismo. Afirma que ha vivido en nuestro país situaciones de racismo, que dice que ha controlado porque sabe que «son parte del proceso», un rechazo que en sus inicios también sufrieron sus hijos.

«Lo he asimilado y he aprendido a vivir con ello porque aunque hay  leyes y normas, eso no va a cambiar», reflexiona Antonio, que apela a «no juzgar» porque nadie conoce los motivos o las razones que obligan a una familia a «abandonar todo y llegar a un país nuevo sin conocer a nadie y empezar desde cero».

Al respecto, constata el conflicto que le supuso, «como cabeza de familia y llevando las riendas», verse en posiciones comprometidas y tener que mostrase fuerte ante sus hijos. «Complicado», insiste este trabajador, que cuenta lo «duro» que ha sido para su mujer  este exilio.

Se deshace en elogios con Rioja Acoge, donde desde el principio le mostraron un apoyo «muy firme e incondicional», que ahora devuelve con su labor de voluntario. Podrá así ayudar  «a las personas que vayan llegando y será un referente de que se puede tener una vida autónoma y adecuada en Logroño, a pesar de las dificultades que traigan en su mochila» concluye María Cabezón.