La Rioja, la zona con menos plazas para psicólogos residentes

David Hernando Rioja
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Esta comunidad autónoma cuenta con solo cinco plazas desde 1993, mientras que otras con características similares como Cantabria o Murcia tienen 35 y 84 respectivamente

Una enfermera traslada a un paciente por los pasillos del hospital San Pedro - Foto: Óscar Solorzano

En el mundo de la medicina es muy conocido y a veces muy temido el examen MIR que tienen que realizar los estudiantes de esta carrera universitaria para luego acceder a la residencia en los diferentes hospitales. Pero dentro de este mundo también hay otras especialidades como la psicología que tiene un examen parecido denominado PIR.

Las plazas para este examen van aumentando año a año. La diferencia es abismal si se compara desde los inicios, ya que en 1993 hubo 52 plazas y en 2023 hubo 247. También se puede ver el claro aumento en los últimos seis años, cuando en 2018 hubo 141, en 2019 hubo 189, en 2020 hubo 198, en 2021 hubo 204, en 2022 hubo 231y el año pasado unas 247.

Respecto a las cifras de cada comunidad autónoma, los datos ofrecidos por la Sociedad Española de Psicología Clínica muestran que La Rioja es la comunidad autónoma con menos plazas PIR desde 1993 con solo cinco. La primera surgió en 2019 y desde entonces ha habido solo una por año. 

El vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Psicología Clínica, Xacobeo Fernández García, explica que esto se debe a que «en La Rioja falta tradición pero esta situación se puede solventar con una apuesta decidida por más plazas PIR». «Aunque La Rioja debería subir como mínimo a unas 3 plazas en un espacio reducido de tiempo», avisa.

Destaca que los sistemas formativos son muy dinámicos, obligan a las instituciones a actualizarse todo el rato y a generar toda una estructura docente que «redunda en una mejora asistencial». En este punto, asegura que la característica que hace bueno al sistema español sanitario es que «ha tenido una formación sanitaria especializada que le ha permitido estar completamente actualizado, generando nuevas estructuras y dando la atención en base a las necesidades de la población».

Por ese motivo, Fernández augura que La Rioja vivirá ahora un dinamismo de psicología clínica que no había antes. «Llega tarde pero crecerá el número de plazas. La Rioja estará mejor pero todavía falta», señala.

Si se compara a La Rioja con el resto de comunidades autónomas uniprovinciales, que son Asturias, Baleares, Cantabria, La Rioja, Madrid, Murcia y Navarra, las diferencias son bastantes grandes. La que más se asemeja es Cantabria, con 35 plazas, y le sigue Baleares con 62, Murcia con 84, Asturias con 93, Navarra con 103 y Madrid con 604.

Además, esta lista indica que las regiones que más plazas tienen son Madrid, Andalucía y Cataluña, con 604, 590 y 561 respectivamente. Le siguen Valencia con 370, Galicia con 195, Castilla y León con 160, Castilla-La Mancha con 137, País Vasco con 131 o Navarra con 103.

Poco conocidos. Xacobeo Fernández destaca que los exámenes PIR están empezando a ser más conocidos, pero «hasta hace poco se desconocía la existencia del PIR y la psicología».

Recuerda que cuando fue residente, solo se hablaba de medicina y enfermería, por lo que «el resto de profesionales sentíamos que se olvidaban de nosotros».

Asegura que hoy en día eso no pasa porque «se habla bastante de psicología». «Creemos que ha habido una visibilización importante de la salud mental a raíz de la pandemia de la Covid-19», apunta.

Además, añade que otro factor clave ha sido que la población se ha enterado de que existe psicología en el sistema nacional de salud y que lo pueden demandar. «Esto ha roto los esquemas de los gestores porque antes no se demandaba, por lo que no había que dotarla. Pero en el momento que la gente se ha empezado a enterar de que existe, se ha comenzado a ver que la gente la necesitaba», explica.

Por otro lado, Fernández detalla que hay miles de motivos por los que las personas acuden más al psicólogo pero «el principal es no poder con el día a día». Explica que existen muchos factores sociales que intervienen en todo este asunto que tienen que ver con el estrés laboral, con malas condiciones familiares y con historias de vida en las que «las personas intentan gestionar sus recursos pero eso tiene cierta durabilidad, lo que hace que haya momentos en los que las personas se rompan».

La mayoría de las personas, indica, podrían afrontar estas situaciones sin ningún problema porque «son situaciones básicas» pero «hay personas que han tenido malas experiencias en la vida o que se enfrentan a estos momentos  con unos imperativos propios que no son óptimos, lo que provoca que no pueden afrontarlas».

«Las personas rompen y aparecen síntomas variados», concluye.