"Nos quedaremos en Logroño porque aquí tenemos la oportunidad"

Ana Torrecillas
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Para Yulia y su familia este año ha estado lleno de incertidumbre pero en Logroño han encontrado un nuevo hogar

Yulia y su familia en Logroño - Foto: Óscar Solorzano

Hace casi un año, Yulia Volodina tomó una decisión, puede que la más importante de su vida. En una maleta metió algunas de sus pertenencias y las de sus tres hijos,  se hizo con cuatro billetes de autobús con destino a Polonia y abandonó su ciudad natal sin mirar atrás. Rusia acaba de invadir Ucrania y las alarmas aéreas no paraban de sonar. 

«Fueron dos días entero viajando», señala, «unos amigos que vivían en La Rioja me animaron a venir a esta comunidad porque aquí podrían ayudarme». Y así lo hizo. Yulia llegó el 4 de marzo a Logroño con Illia, su hijo de 17 años, Verónika de 14 y Zoryana de 8 años. En este tiempo todos ellos han aprendido un poco de castellano, pero no lo suficiente para poder comunicarse con fluidez, así que precisan de la ayuda de Verónika, una voluntaria ucraniana e  integrante de la Asociación de Ucranianos en La Rioja, para poder traducir las conversaciones. Cuando decidió marcharse, Yulia dejó en su ciudad a sus padres, también hermanos y amigos. Durante todo este largo año ha podido comunicarse con ellos a través del teléfono. Pero tiene el pesar de no tener cerca a sus padres y de los peligros que pueden correr permaneciendo en un país en guerra. «Nos cuentan como escuchan las alarmas aéreas, como corren a resguardarse en refugios, apunta Yulia, «nuestros soldados ucranianos están trabajando para defenderles pero aun así pasan mucho miedo». Los padres de Yulia son mayores y decidieron quedarse en Ucrania. Dejar su país se les hacía demasiado duro, «es muy complicado hacer que las personas mayores se marchen y dejen toda su vida para empezar una nueva». 

Pero Yulia tuvo muy claro que, ante todo estaba la seguridad de sus hijos. Tratar de ponerlos a salvo se convirtió en su único objetivo una vez que Rusia invadió Ucrania y comenzaron los primeros bombardeo.

La llegada a Logroño fue complicada. Nunca había oído hablar de ella y adaptarse a una nueva vida no es fácil. «Afortunadamente, gracias a un amigo encontré trabajo como ayudante de cocina en un restaurante de Logroño», señala sonriente. Además, uno de los voluntarios riojanos les prestó una vivienda para alojarse ella y sus hijos. 

Su vida transcurre con normalidad. Aunque esa palabra es extraña para una familia refugiada, separada a la fuerza de su antiguo hogar, de sus costumbres. 

Los tres hijos de Yulia  van al colegio y han conseguido adaptarse con facilidad. Illia es una adolescente alto y rubio. Todavía le cuesta expresarse en español pero sonríe cuando la traductora le pregunta si le gusta la ciudad. «Logroño es un buen sitio, me gusta», confiesa Illia. 

Verónika, por su parte, es más tímida. Lleva orgullosa el uniforme de su colegio y asegura que se le da muy bien el dibujo. De hecho,  le gustaría poder perfeccionar su talento en una escuela profesional.

 Y, Zoryana, la benjamina de la familia va a clases de ballet que imparte en Logroño una profesora de ucraniana. Es la que mejor hablar castellano y quien no deja de sonreír en todo momento.

Sobre lo de volver a Ucrania, Yulia lo tiene claro: «Siempre piensas en volver a tu casa, a tu ciudad, pero creo que nos quedaremos en Logroño. Aquí tenemos una oportunidad de vivir en paz. Además,  mis hijos mayores pronto tendrán que decidir qué quieren estudiar y podrán hacerlo aquí.  En Logroño tengo trabajo», señala «ha pasado ya un año desde que comenzó la guerra y no sabemos cuándo va a terminar».

Yulia atrae hacia sí a sus tres hijos. Hoy será un día difícil. Aunque para ellos todos los días son 24 de febrero hasta que finalice, por fin, la guerra en su país.